domingo, 6 de octubre de 2013

LA ORACIÓN, CAMINO DE AMOR… (I)

Desgraciadamente, la formación en la oración es, ordinariamente una formación para un método. La verdadera formación, sin descartar la oportunidad de un método, en un momento determinado, debe ser formación para un ‘camino’: camino de amor.

1.       La oración no es un fragmento del día ni de la semana.

2.       Es un eje que lo centra todo.

3.       La oración se justifica a sí misma. Tiene razón de ser por sí misma, independientemente de lo que obtenga. Dios tiene derecho a mirarme, como hijo de sus complacencias y el orante ha de aprender a ‘estar dejándose mirar’. Es la actitud oracional básica, con sentido propio, que debe aquietar cualquier pretensión del orante.

4.       La oración no es una técnica de aquietameniento: el orante se aquieta del todo, no cuando practica unas técnicas de centramiento o de resolución de tensiones, sino cuando se abandona del todo en manos de Dios.

5.       La paz mental, y aun corporal es, en última instancia, el resultado de una actitud cristiana, esencialmente cristiana: dejarse en manos de Dios.

6.       La oración no se confunde con un método. Un método, por bonito que sea, es, simplemente, una manera de proceder, una manera de caminar, pero no es el camino. Y la oración es un camino que exige ir renunciando progresivamente a los métodos, a los modos personales de proceder, de orar. Esto pocos lo entienden. Y así no progresan. La oración es un camino que hay que


a.      descubrir
b.      seguir, a pesar de todas las vicisitudes y alternancias
c.       a pesar de los cambios de humor
d.      a pesar de las dudas, que habrá que aclarar
e.       a pesar de no ver nada ni sentir nada

7.       La oración es un camino

a.       de pobreza pogresiva
b.      de inmersión en el Silencio de Dios
Muchos se quedan en sus silencios personales, siempre frágiles, aunque pueden ser bellos e, inicialmente, una buena pedagogía.

8.       La oración, dentro de esa pobreza progresiva, exige la respuesta a unos retos fundamentales:

a.       Pasar de mi modo de orar a lo que no tiene modo, de ser el protagonista que conduce una metodología, a ser un creyente abandonado y fiado de los caminos ‘oscuros’ del Amor de Dios. Suele ser mala señal decir: ‘yo ya tengo mi oración’. Es ordinariamente indicio de un estancamiento, de una fijación, que niega, de hecho, la posibilidad del camino.

b.      Dejar de estar buscando experiencia[1], y desde la fe, buscar el ‘contacto’: vivirse unido a Dios, aunque no se experimente nada.

c.       Ir pasando de la superficie al fondo.


Nicolás de Ma. Caballero, cmf.



[1]  K. –H WEGER. ¿Es posible la experiencia de Dios?, en Selecciones de teología, 127 (julio-septiembre 1993) 165-184.

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