No debemos ser herejes pero tampoco ignorantes y ridículos
frente a situaciones, doctrinas o formas de vida que parecen romper los
‘esquemas’ establecidos en las mentes de muchos.
Existen hoy personas que parecen ‘funcionarios retardados de
la Inquisición’; siempre a la caza de brujas. De este modo no se beneficia la
religiosidad ni la sana teología abierta siempre a todos, aunque con
discernimiento y cautela, pero sin miedos infundados ni actitudes básicamente
negativas y defensivas.
Le cuesta al perezoso hacer discernimientos verdaderos y
valientes; no sabe discernir las ‘semillas del Verbo’ diseminadas en distintos
momentos y situaciones de la historia de la humanidad y de las grandes
expresiones religiosas, no necesariamente sectarias.
Existen los ‘perezosos mentales’.
No quieren pensar
·
por falta de ciencia teológica
·
por inmadurez afectiva
·
por mala formación
·
por inseguridad: ‘lo del siempre es lo seguro’,
piensan.
·
ignoran o no son conscientes de que, incluso,
dentro del dogma cristiano existe lo que se llama la ‘evolución homogénea del
dogma’, lo que permite, no cambiar las verdades, pero sí nuevas expresiones y
formular ‘nuevas’ verdades contenidas en lo anterior.
·
que el mejor conocimiento del hombre: cuerpo,
cerebro, mente, conciencia, permiten entender mejor y facilitar la apertura del
hombre al misterio de Dios, haciendo más verdadera y comprometedora la
afirmación tradicional de que la ‘gracia supone la naturaleza’.
Hoy, con gran facilidad, se tiene por sospechoso todo lo que
no ‘encaja’ en una mentalidad previamente establecida. Muchos funcionan con
esquemas ‘cerrados’ que a nadie benefician. Yo la llamaría, con demasiado
optimismo la ‘teología de la sospecha’, cuando realmente es la ‘teología de la murmuración’.
En ciertos ámbitos es fácil considerar herético o
desacertado lo que no encaja en esos esquemas poco seguros por ‘excesivamente
seguros’ de algunos. O, infantilmente se convierte a sus ojos en lo que se
llama hoy la Nueva Era.
Cuesta salir de esa pereza mental y reconocer,
sencillamente, que ‘no se sabe’. Es particularmente dañino cuando quien
mantiene esas reservas mentales, acusaciones en ocasiones, es un sacerdote,
porque de la ‘boca del sacerdote se espera la sabiduría’, como dice la Biblia.
Pecamos de superficialidad. Y sería peor en dirigentes
espirituales o pastores de la Iglesia. Nuestra ligereza, aun con toda la buena
voluntad, puede hacer estragos. La Iglesia no es ligera…
Sin embargo, en el fondo subyace una alarmante falta de equilibrio
que tiende a matar la pluralidad sana de nuestro pueblo conformándolos con
criterios ‘míos’ personales y no con criterios de la Iglesia abiertos y
acogedores, aunque no ligeros; y tiende a matar nuevas posibilidades de trabajo de pedagogía. Como ejemplo de equilibrio y
buen hacer pastoral, tenemos afirmaciones y recomendaciones del Concilio
Vaticano II, tales como las siguientes:
“Para que los fieles puedan dar
fructuosamente este testimonio de Cristo, únanse con aquellos hombres por el
aprecio de la caridad, siéntanse miembros del grupo humano en el que viven y
tomen parte en la vida cultural y social, interviniendo en las diversas
relaciones y negocios de la vida humana; familiarícense con sus tradiciones
nacionales y religiosas; descubran, con gozo y respeto las semillas de la
Palabra que en ellas se contienen”[1].
Es un documento Ad
Gentes, sobre ‘los gentiles’, los paganos, diríamos, con lenguaje ya usual
‘tradicional’.
Y añade:
“…deben conocer a los hombres
entre los que viven y conversar con ellos para advertir en diálogo sincero y
paciente, las riquezas que Dios generoso, ha distribuido a las gentes; y, al
mismo tiempo, han de esforzarse por examinar esas riquezas a la luz evangélica,
y reducirlas al dominio de Dios Salvador”[2]
Además en otro documento Nostra
aetate, ‘sobre las religiones no cristianas’ demuestra un talante
inteligente, maternal, al afrontar la diversidad de propuestas religiosas,
especialmente el Islám y el Judaísmo[3].
Algunos atacan, casi sistemáticamente, lo que no coincide
con su estrecha forma de pensar, o con los ‘contenidos’ de sus círculos
cerrados y exclusivistas. Deberían caer en la cuenta, por ejemplo, de que algo
perfectamente reconocido por todos y que está en todos los manuales, ya antes
del Concilio Vaticano II, y en los devocionarios ‘antiguos’ de espiritualidad,
que el desarrollo de la vida espiritual se ha dividido tradicionalmente en la
vía ‘de la purificación, de la iluminación y de la unión’; y sería bueno que
recordasen, tal vez lo ignoran, que esta formulación, inicialmente no es
cristiana sino ‘del tardío clasicismo no cristiano’ (n. 17). Y lo afirma la
Santa Sede.
Es fácil ‘escandalizar o engañar’ a la gente insegura,
ignorante o autosuficiente. Basta con decirles lo que quieren oír. Y lo creen
sin discernimientos ni género alguno de crítica.
La Iglesia condena ‘técnicas que dejen a la persona cerrada’
sin capacidad de apertura. Repito lo que condena no son las técnicas. Al
contrario ‘técnicas de serenidad’ de ‘descongestión emocional y verbal’ dejan a
la persona con una mayor receptividad, con una menor
estructura, y, por consiguiente, más disponible. Y ese es un enorme valor de
muchos ‘procedimientos orientales’. Ese es su valor y aportación a la oración
cristiana. Lo demás son valores de fe, de esperanza y de amor. Lo distinguimos
perfectamente.
Sin embargo, la calidad de mente cristiana de muchos, y la
hondura de su oración ‘en Cristo Jesús’ no está obstaculizada por utilizar
técnicas orientales, sino por el egocentrismo; por la falta de calma, por la
agitación en la oración, por la falta de serenidad y de limpieza. Y los
llamados ‘procedimientos orientales’ son, sin duda alguna, una gran oportunidad
y hasta creo, que uno de los ‘signos de los tiempos’, que hay que considerar.
Los cristianos tenemos la ‘plenitud de la revelación
cristiana’, pero nuestra manera de llevar adelante el proceso espiritual no
siempre es el mejor. Por otra parte, no basta decir que todo es obra de Dios,
obra del Espíritu Santo, porque siempre estará pendiente la espada de Damocles
encima de nosotros, en forma de una inquietante pregunta: ‘entonces, ¿por qué
no nos transforma el Espíritu?’ ¿Por qué no desarrolla ‘dentro’ de nosotros ese
clamor esencial ‘Abba’ en el silencio profundo?
El hombre tiene que ‘hacerle sitio al Amor. La más profunda
inmersión del hombre en Dios es la de la inmersión del ‘silencio’ humano,
recuperado, en el Silencio de dios, regalado.
Aún a riesgo de ser mal comprendido, pero creyendo saber lo
que diga, me atrevería a afirmar que los ‘procedimientos orientales’, en
general, son mejores que los que consideramos ‘nuestros’. Porque aparte de la
ascesis y exámenes, que también los tienen ellos, también tienen una enorme
maestría sobre los estados de la mente, de la conciencia, de la corporalidad,
que facilitan la apertura, la comprensión y abren camino a la fe.
Concretamente el mundo oriental hindú ofrece una maravillosa
oportunidad, entre técnica, procedimiento y ‘ascética’, para ‘volver en sí’,
para dejar de estar ‘fuera de nosotros’ y para dejar de estar desinteriorizados
y dispersos.
Por ejemplo el ‘pratyahara’, un paso dentro de los varios en
los que se va describiendo y conduciendo el proceso de desarrollo interior, es
un extraordinario ‘medio’.
‘Pratyahara’
“Consiste en alejar la mente de
todo estímulo sensorial, en aislarla del impacto de los sentidos y del residuo
que éstos dejan en la mente, esto es, de la memoria y de la imaginación. Cuando
nos faltan estos estímulos solemos aburrirnos y nuestra mente se apaga hasta
quedarnos dormidos (…) se trata de conseguir, precisamente, que la mente, alejándose
de todo lo exterior, de todo lo sensible y también del recuerdo de lo exterior,
aprenda a mantenerse en perfecta lucidez, en perfecto estado consciente para
poder aplicarla después a un trabajo de mayor profundización” [4].
¿No es, en el fondo, lo que buscaba santa Teresa, y que
expone tan bellamente en varios lugares?[5]
Cuando la fe cristiana asume procedimientos tan maravillosos
y válidos de otras religiones, para crear una pedagogía previa, la fe tiene más base humana de expresión
y de progreso, y el Amor. Pero, si caemos en la herejía ‘aparentemente bella’
–como he oído en alguna ocasión-, de decir que lo único que importa es el Espíritu, habremos matado el ESPÍRITU COMO
DON Y GRACIA, porque, si lo humano no importa, ¿a quién se da el Espíritu?
Esto es un neo-maniqueísmo, montanismo y encratismo,
disfrazado, que condenaba la materia. ¡Qué hermosa visión la del Concilio
Vaticano II!:
“Es la persona del hombre la que
hay que salvar. (…) es… el hombre; pero el hombre entero, cuerpo y alma,
corazón y conciencia, inteligencia y voluntad…”[6]
En el fondo de muchas mentalidades neo-espiritualistas
existe una vergonzante actitud negativa frente a lo material del hombre y aun
frente a sus recursos personales, sin darse cuenta de que la primera gracia de
Dios es el hombre mismo, y la segunda, la transformación trinitaria en Cristo
Jesús y en el Seno de María la Virgen.
Sin embargo la llamada ‘Nueva Era’ es un remedo de cosas
buenas dispersas en las diferentes religiones y después ‘trastornadas’ y
adaptadas a una mentalidad sin trascendencia, sin pecado, sin salvación, sin
Jesucristo. Todo es puramente natural.
Consideramos la Nueva
Era como la suma de todas las herejías y errores del pasado, actualizados y
conjuntados en una pseudorreligión o religión a la medida de cada cual.
De una forma visual pueden apreciarse las diferencias
esenciales entre nuestra fe cristiana y esta nueva herejía.
Y es útil, porque al margen de estos grandes errores, cosas
pequeñas, que no encajan en la mentalidad de muchos, aunque utilizadas por la
Nueva Era, son perfectamente válidas.
¿Por qué protestan porque todo es ‘Nueva Era’ en lugar de
atacar a la Nueva Era por haberse apropiado de realidades de otras grandes religiones
y de haberlas adulterado?
Un ejemplo maravilloso es la meditación oriental, tanto
hindú, en alguna de sus formas, como la meditación Zen que tranquilidad, serenidad,
y que facilita la serenidad y la calma; éstas, vividas desde la fe cristiana,
favorecen el proceso de apertura y de descanso en Dios, en Cristo Jesús.
Nuestra fe cristiana
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La Nueva Era
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1) Partimos de nuestra fe cristiana.
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1) No hay nada que creer. Sólo que no tenemos luz suficiente por
falta de desarrollo adecuado para ver y comprender la realidad.
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2) Nos habla de un Dios trino y personal.
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2) Todo es dios. El panteísmo es la realidad única en la que todo es
dios; y un dios impersonal.
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3) Nuestra fe es el punto de arranque.
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3) La ‘gnosis’ es una situación superior a la fe, en la que el hombre
adquiere un conocimiento perfecto de todo y no racional.
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4) La fe es una gracia de Dios.
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4) La ‘gnosis’ es un desarrollo dentro de las capacidades personales
de cada uno; está a nuestro alcance, al alcance de nuestro esfuerzo bien
llevado.
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5) La fe desaparecerá al llegar a la ‘visión beatífica’.
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5) La ‘gnosis’ da de forma permanente una visión superior a la de la
fe y nunca desaparece.
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6) La fe se desarrolla con la gracia de Dios y la colaboración libre
de la persona.
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6) La ‘gnosis’ se desarrolla con la meditación.
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7) Dios es creador de todo.
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7) Nada ha sido creado; existe y evoluciona por sí.
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8) La criatura tiene, especialmente el hombre hecho a ‘imagen y
semejanza de Dios’, que ‘conocer, amar y servir a Dios’.
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8) Nada es creado; nada está sometido; todo es Dios. Sólo que el
hombre necesita hacer evolucionar su conciencia, a través de la meditación,
hacia la comprensión e inmersión en el ‘todo’ cósmico.
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9) El hombre es llamado y admitido a la comunión con Dios sin dejar de ser la persona que cada
uno ‘es’.
Ej. La esponja sumergida en el Océano.
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9) El hombre a través de la meditación y de la ‘gnosis’ se pierde en la
conciencia cósmica o universal. Esta situación es el final y se llama ‘nirvana’.
Uno deja de ser individuo y persona para ‘perderse en el todo’.
Ej. La gota de agua que se pierde en el océano. (La ‘muñeca de sal’).
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10) Existe la posibilidad de que el hombre libre se rebele contra
Dios: es el pecado. Existe el pecado.
|
10) Sólo existe la ‘ignorancia’ o la enfermedad. No existe algo
llamado pecado.
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11) El hombre necesita ser redimido. Jesucristo nos redimió con su
vida, pasión, muerte y resurrección.
|
11) El hombre no necesita ningún redentor; cada uno se ‘realiza a sí
mismo’. No hay tal Jesucristo, aunque se le reconozca una categoría de hombre
‘realizado’, ‘autorrealizado’.
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12) Hay una Iglesia que ‘administra’ la redención de Jesús a través
de los sacramentos.
|
12) No hay Iglesia ni iglesias. La conciencia de cada uno lo define
todo.
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13) Hay un cielo y un infierno. Si uno muere en gracia de Dios se
salva y va al cielo, aunque si es necesario, deberá purificarse de lo venial,
en el purgatorio. Es definitiva la salvación. Es definitiva la condenación.
|
13) No existe cielo ni infierno. Quien muere sin desarrollo
suficiente para entrar en el ‘nirvana’ definitivo, tiene que ‘reencarnarse’,
una y mil veces hasta que consiga el desarrollo necesario, la gnosis
definitiva.
|
14) El camino para el cielo es la vida sacramental y, sobre todo, la
vida de oración.
|
14) El camino para el desarrollo pleno es la ‘gnosis’ y el camino
para ‘gnosis’ es la meditación.
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15) Concibe la vida como una ‘salvación’ realizada en Cristo Jesús.
Nadie se ‘autolibera’ es liberado por el amor de Dios, en Cristo Jesús.
|
15) Concibe la vida como una ‘autoliberación’ o una ‘autorrealización’,
sin recurso a nadie. La psicología forma parte de esta ‘autorrealización’.
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16) Cristo Jesús es ‘la fuerza y la energía’ personal de Dios, por el
Espíritu Santo.
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16) La ‘nueva era’ habla continuamente de una ‘energía’ ‘cósmica’, ‘pránica’,
universal, impersonal.
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17) La Iglesia acepta la utilidad y utilización de los métodos
orientales, sin por eso tener que aceptar las filosofías en las que están
metidos [7]
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Anotaciones:
1. La relajación, aunque la use
la Nueva Era ya era conocida en las grandes tradiciones religiosas, de quienes
las toma. También es descrita perfectamente en nuestros místicos, como santa
Teresa (CP 28,6) y san Juan de la Cruz (Subida al Monte Carmelo III, 2, 6).
La relajación es una maravillosa,
aunque limitada, manera de armonía personal y de desbloqueo de tensiones. Facilita
la apertura más encarnada de nuestra fe. No es una herejía; es una ‘oportunidad’.
La tensión corporal y mental siempre está asociada al miedo y a la ansiedad.
2. La reencarnación va contra la
fe cristiana (Hb 9, 27; 2Co 5,10), aunque podemos y debemos ‘nacer de nuevo’
por obra del Espíritu Santo (Jn 3, 3-4).
3. La oración cristiana no busca
fundirnos con el ‘infinito’ indefinido sino
unirnos por amor con el Padre en Cristo Jesús y por la Fuerza del
Espíritu Santo, Amor de Dios.
Que el demonio no turbe vuestra
conciencia cristiana, ni siquiera disfrazada de ‘consejeros’, sin claridad
suficiente, maestros de la sospecha y violentadores de la libertad que tenemos
en Cristo Jesús.
Tened ideas claras, y libertad en Cristo
Jesús
[5] Cf SANTA TERESA, Camino de perfección [Códice de Valladolid: CV] c. 47, n.1 [Códice del
Escorial: CE] c. 28, n.4.
[6] Gaudium et Spes [GS], 3. El ‘Pratyahara’ es un
maravilloso procedimiento que trata de apartar la mente, la conciencia, en
definitiva, del influjo de los estímulos externos, que nos llegan a través de
los sentidos externos; y también trata de serpararla de los estímulos de las
sensacions internas o ‘proprioceptivas’. Lo primero consigue en parte por la
soledad y dejar que todo fluya, la no resistencia; con los ojos cerrados; lo
segundo, en gran parte por la relajación que, además de un descanso supone una
maravillosa manera de ‘desconexión’ del propio cuerpo. En estos casos la mente
se tranquiliza; la conciencia se va liberando y quedando dispuesta para
‘advertir’ otra realidad; en nuestro caso la ‘presencia escondida de Dios’,
‘creyendo como quien ve’ (Hb 11, 27).
[7] Carta a los Obispos de la Iglesia Católica de
la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre algunos aspectos de la oración
cristiana, 15 de octubre de 1989, fiesta de santa Teresa de Jesús.
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